Las fisuras son los daños en los tejidos duros más frecuentes (96,5%) –siendo éstas independientes del tipo de piercing, material o tiempo de permanencia-, seguidas de las abrasiones (10,3%) y finalmente las pigmentaciones (3,5%).
Con respecto a los tejidos blando, el 85% de los sujetos presenta algún daño.
El que se produce más a menudo es la impronta (el 72%), seguido de la depapilación (el 15%), queloides (crecimientos exagerados del tejido cicatricial ) (el 7%) y la úlcera (el 6%).
Pero si alguna lesión preocupa a los odontólogos es la periodontal ya que se producen en casi la mitad de los portadores de piercings (48,1%). Éstas aumentan en los sujetos que llevan el piercing de metal y colocación extraoral.
Fuente: Universidad Rey Juan Carlos
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