miércoles, 19 de noviembre de 2014


TRAUMATISMOS DENTALES EN LOS NIÑOS
Los traumatismos dentales pueden ser causados por caídas, accidentes relacionados con el deporte, peleas, accidentes automovilísticos o por masticar alimentos duros. Aproximadamente un 24% de los niños menores de 14 años han sufrido algún tipo de traumatismo en los dientes incisivos, siendo los niños de entre 6 y 12 años el grupo de mayor riesgo.
Cualquier traumatismo que suceda en la cara debe ser evaluado clínica y/o radiológicamente por un odontólogo u odontopediatra para descartar lesiones mayores en los tejidos blandos y duros de la boca. Para evitar mayores complicaciones, el tiempo que transcurre entre el accidente y la consulta dental debe ser lo más corto posible.
Diríjase al dentista de forma urgente si:
  • Un diente permanente se ha caído por un golpe.
  • Un diente se ha fracturado parcialmente y se presenta dolor e hinchazón.
  • Si después de un accidente el paciente no puede cerrar bien la boca y juntar sus dientes, puede que la mandíbula esté rota.
Los traumatismos dentales pueden afectar a uno o pocos dientes, ya sean de leche o permanentes, siendo los incisivos centrales superiores los que con mayor frecuencia se fracturan.
Debemos tener en cuenta que pequeñas fracturas pueden causar la muerte del nervio, tanto en los dientes primarios como en los permanentes, ya que los dientes de leche anteriores tienen su raíz muy cerca de los dientes permanentes.
Reconstrucción
También es importante saber que un diente permanente que se ha caído debido a un golpe puede llegar a reimplantarse dentro de los siguientes 30-60 minutos. Por lo tanto, si puede encontrar dicho diente después del accidente o la lesión, debe llevarlo consigo al odontólogo. Para ello recoja el diente arrancado y póngalo en una taza de leche fría (su osmolaridad es favorable para el mantenimiento de la viabilidad del ligamento periodontal) y llévelo rápidamente con el niño al dentista. El diente también se puede enjuagar y llevar entre el labio y la encía inferiores o bajo la lengua en contacto con la saliva.
Si se trata de una rotura parcial que no produce sangrado en el nervio, el tratamiento consiste en adherir el fragmento dental aportado o la reconstrucción del diente con material estético. En cambio, si se ha producido sangrado, se debe hacer una cura para después pegar el fragmento del diente o hacer una reconstrucción. Si la rotura es total, el tratamiento es desvitalizar la raíz, reconstruir el diente y cubrirlo con una corona de porcelana.
Las fracturas graves pueden dejar al descubierto el tejido nervioso ubicado en el interior del diente y, en estos casos, también será necesaria una atención médica inmediata para evitar infecciones, abscesos y dolor.
Clasificación de las lesiones
  • Fracturas del diente, que pueden ser no complicadas si afectan a la dentina o al esmalte, y más complicadas si afectan a la pulpa, cuando el diente presenta aspecto hemorrágico. También pueden ocurrir fracturas de la raíz del diente en dirección horizontal, vertical u oblicua.
  • Luxaciones del diente: afectan a las estructuras de soporte del diente, el ligamento periodontal y el hueso alveolar, manifestándose por una movilidad anormal, desplazamientos de los dientes o ambas cosas.
Las lesiones dentarias son dos veces más frecuentes en los niños con dientes salientes que en niños con oclusión normal. Los niños con malformaciones craneofaciales, con déficit neuromuscular, convulsiones y parálisis cerebral, también tienen más riesgo de sufrir lesiones dentarias.

Fuentes
Hospital Naval Almirante Adriazola de Chile

lunes, 10 de noviembre de 2014

EL PAPEL DEL HIGIENISTA DENTAL EN NUESTRA SALUD BUCAL



El odontólogo siempre ha sido nuestra referencia como profesional sanitario que cuida de nuestra salud bucodental. Sin embargo, existe otra figura lamentablemente menos reconocida, que en los últimos años se ha revelado como fundamental en esta relación: el higienista dental.

Este profesional trabaja mano a mano con el odontólogo. Es un sanitario experto –con un título de técnico superior– y está capacitado para trabajar con nuestra boca. Eso sí, siempre bajo la supervisión del odontólogo.

El origen de esta profesión se remonta a la II Guerra Mundial, al necesitar el odontólogo un apoyo en sus funciones. Los primeros países en poner en marcha su formación y capacitación fueron el Reino Unido y EE. UU. Actualmente en España, esta figura está regulada por una ley de 1986 y por la formación profesional de grado superior como Técnico Superior en Higiene Dental.

Una parte importante del trabajo del higienista dental es, por supuesto, la higiene bucal de los pacientes. En especial, la prevención y, si cabe, la formación de los usuarios para mejorar dicha higiene. Así pues, una parte de la labor del higienista es didáctica, mostrando las mejores técnicas para cuidar y mejorar nuestra higiene bucal y evitar, en la medida de lo posible, las visitas al odontólogo por posibles problemas bucales.

Además, la actividad del higienista dental puede ser clave para identificar posibles patologías no solo bucales, sino de salud en general, que se detectan a través de exploraciones orales periódicas. No son pocas las enfermedades que tienen sus primeros síntomas –o los más evidentes– en la boca y los dientes. Por tanto, la interpretación y detección de estos profesionales es clave.

En colaboración con el odontólogo, el higienista dental también puede realizar exploraciones y algunas técnicas no invasivas, como aplicar fluoruros tópicos, colocar o retirar hilos retractores o selladores de fisuras, eliminar cálculos y tinciones dentales y realizar raspados y pulidos, entre otras.